El pasado sábado tuve mi primera boda desde que sé que soy celiaca.
Si os digo la verdad, iba con cierto miedo porque aunque por supuesto los novios habían avisado de que había una persona celiaca (bueno, éramos dos), una nunca sabe como van a ser los menús adaptados para nosotros.
La boda se celebró en el «Castillo de Gorraiz» que es precisamente donde yo me casé hace ya 11 años.
Es un lugar precioso porque está en lo alto de una colina y desde allí las vistas a Pamplona y todos los montes de alrededor son increíbles.
Al llegar tras la ceremonia, comenzó un espectacular aperitivo donde había desde mini hamburguesas hasta sushi, pasando por el salmón ahumado, los fritos típicos y verduras de la tierra.
Yo lógicamente me «di» al jamón, que era lo único que sabía que podía comer sin problemas porque además había un chico que lo estaba cortando allí mismo.
Hasta que de pronto, escucho a una chica decir mi nombre y para mi sorpresa, me traía un plato con verduritas en tempura y queso gorgonzola sobre un panecillo apto para nosotros.
Casi se me caen las lágrimas de la emoción (no saqué foto).
Y para acompañar, un coktail de piña y cava que entre el calor que había y lo suavecito que estaba, ¡¡entraba de que daba gusto¡¡
Una boda sin gluten en Castillo de Gorraiz
Cuando ya pasamos al comedor y ví el menú me vine de nuevo un poco abajo.
Yo sé que es un lugar donde se come increíble (ya os digo que me casé allí, pero ademas luego he tenido un buen montón de bodas).
Pero de nuevo cual es mi sorpresa cuando viene una chica a mi mesa, pregunta por mí y me dice que será ella quien me saque siempre mis platos.
Pues bien a modo de resumen, os puedo decir que comí exactamente lo mismo que el resto de los comensales glutonianos, porque me adaptaron todos, todos los platos, a excepción de los postres.
Pero que encima me gustaron más los míos.
Y como las fotos cuentan las verdades, ahí va mi menú.
Como podéis comprobar, simplemente espectacular.
Mis platos sin gluten como os decía al principio, era iguales a los del resto solo que quitando alguna que otra salsa.
Y para rematar la faena, a eso de las 10 de la noche, cuando a pesar de «tooooodo» lo que has comido a las 4 de la tarde vuelves a tener hambre debido a lo que llevas bailado y bebido, sacaron una «recena».
Y de nuevo había jamón, queso y para mí y para la otra chica celiaca que había nos trajeron una pizza, como a todos los demás.
Vamos, felicidad absoluta.
Así que ya sabéis, si tenéis una boda en Pamplona en el «Castillo de Gorraiz» o simplemente queréis ir allí para comer un día, no es sólo la tranquilidad de que cuidaron todos los detalles sino que vais a comer de auténtico lujo.
Aunque ayer dí las gracias a los responsables del menú en el restaurante, desde aquí de nuevo lo hago porque es genial poder ir a una boda y disfrutar de la comida sin mas preocupación que la de comer a placer.
Helena