De los errores se aprende.
Aún soy muy novata en esto de la celiaquía, ya que sólo llevamos comiendo sin gluten desde el mes de febrero.
Que puede parecer mucho. Pero cuando se trata de cambiar tus hábitos, tus rutinas de comidas, de limpieza y de vida social, es muy poquito.
Y como suele pasar en la vida, la experiencia es un grado y la falta de ella hace que en ocasiones cometas errores.
Y eso es lo que nos pasó este pasado fin de semana.
El sábado el club de monte del cole de mis hijos celebrara la última de las excursiones del año y por supuesto, allí que fuimos.
El tema de los almuerzos para la caminata ya los tenemos controlados y llevábamos bocatas de tortilla de patata (con pan hecho por mí…. otro capítulo del que ha os hablaré), embutido (sin gluten por supuesto) y fruta.
Tras un par de horas por el monte (hicimos parte de una ruta que va por los acantilados que van desde Fuenterrabía hasta San Sebastián… espectacular, por cierto), volvimos para comer a un restaurante de un camping.
Sabíamos que menú sin gluten por supuesto que no iban a tener.
Pero preguntamos si tenían ensaladas y si nos podían hacer carne o pesado a la plancha y nos dijeron que sin problemas. Así que yo me confié.
Errores de celíacos novatos
– Primer error: a todos los demás niños les pusieron su correspondiente plato de macarrones.
Así que Nicolás se enfadó mucho y dijo que él no quería ensalada.
Es en ese momento cuando te das cuenta de que tú como adulto puedes prescindir de muchas cosas, pero que un niño de 6 años, por muy bien que lleve lo de ser celíaco, sólo quiere sus macarrones, como todos los demás.
El alma a los pies…
– Segundo error: pedí una ensalada mixta sin decir nada más. Pues bien, cuando me la trajeron llevaba gambas, palitos de cangrejo y mayonesa…
Conclusión: siempre, siempre, recordarme a mí misma y a los camareros que soy celíaca y no dar por sentado que una simple y aparente ensalada, va a ser apta.
– Tercer error: llega el lomo a la plancha que habíamos pedido para Nicolás y de pronto nos damos cuenta es que adobado.
El niño aún sin comer nada y el plato vuelta para la cocina. 10 minutos después ya el pobre sin hambre, le sacaron unas pechugas de pollo, sin patatas por supuesto.
Igual que el error 2: preguntar absolutamente por toda la comida.
Afortunadamente al menos había helados sin gluten así que pudo acabar su comida como el resto de los niños. Yo no tuve esa opción porque todos los postres que había eran «glutonianos».
⇔ Conclusión 1: mi niño no volverá a llorar porque no tiene sus macarrones. ¡¡Seré la reina de tupper¡¡
⇔ Conclusión 2: ser celíaco implica que los camareros te miren con cara de «VAYA POR DIOS, YA ME HA TOCADO LA CLIENTA PETARDA DEL DÍA».
Y sé que hay que preguntar todo, todo, todo. Pero no siempre es fácil. No todos los días se lleva bien esto de ser celíaco. En absoluto.
Y si queréis saber qué más retos supone ser niño celíaco, en este post os cuento muchas cosas.
Helena
Pues si, hemos de ser petardas , petardas pero nuestra salud y la de los nuestros bien lo vale. poco a poco aprendemos a salir airosos de todas las situaciones.
Geniales consejos!!! La mia gracias a dios aún con un año y medio no se da cuenta. Pero estas cosas va muy bien saberlas de cara a más adelante.
Me encanta esta idea de este nuevo blog que has montado. Es un espacio ideal para compartir experiencias de mamis que tenemos peques con celiaquía.
Bss.
Su.